Pepa es una gata de 7 años, que desde los 2 años empezó a tener mucho sobrepeso hasta llegar a estar obesa.
Hace un año, empezó a no querer comer y a perder peso de forma muy rápida por la anorexia. Cuando la llevaron al veterinario, había desarrollado una lipidosis muy grave y estuvo a punto de fallecer. Tuvo que estar ingresada dos semanas en cuidados críticos con alimentación por sonda y un montón de medicación para intentar recuperar ese hígado. Por suerte Pepa sobrevivió y sus tutores no querían que volviera a pasar por un episodio así. Por ello contactaron con nosotras.
Lo más importante en estos casos es que el animal tenga un peso adecuado para que no haya tanto riesgo de que en cuanto deje de comer unos días, esas grasas se movilicen y empiecen a causar problemas graves. Un gato obeso es un animal muy enfermo. La mayor parte de estos gatos obesos, lo son por el modelo dietético que llevan y el modo de alimentación, también influye el estilo de vida.
Pepa perdió peso de forma progresiva y con un seguimiento muy cercano para evitar que volviera a tener una crisis, a la vez que se le pusieron nutracéuticos para cuidar y ayudar a regenerar esas células hepáticas. A día de hoy pepa come comida exclusivamente natural y su peso es el adecuado. No ha vuelto a tener ninguna crisis y sus valores hepáticos analíticos y su imagen ecográfica han vuelto a la normalidad.